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Mantengamos la alegría durante las fiestas en tiempo de nueva pandemia - Instituto de Gestión del Cambio
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Mantengamos la alegría durante las fiestas en tiempo de nueva pandemia

Los días se han ido acortado hasta el triunfo de la noche, las nubes se espesan y las medidas sanitarias amenazan buena parte de las actividades que solemos disfrutar durante las fiestas navideñas.. Todo esto unido además a su parte de sombrías perspectivas para el próximo año:
vida social y viajes en suspenso, inestabilidad económica y en filigrana, el miedo omnipresente.. ¿Qué hacer para que esta nueva ola no rime con una ola al alma?  2

Hay muchas formas de combatir la ansiedad, pero la clave es centrarse en las sensaciones físicas placenteras: explorar sus pasiones, llenar su vida de placeres simples y aprovechar la energía positiva que hay en el interior de cada persona…
Entonces, ¡Manos a la obra! Crea un ambiente festivo y acogedor en casa, hornea un pastel, pon algo de música, canta o baila, no importa cómo. da un paseo por un bosque nevado… La receta es muy conocida en Dinamarca con el nombre de “Hygge” (HYGGE, El bienestar a la Danesa de Louisa Thomsen Brits) y sabemos que funciona…… Y, en tan hogareño y cálido entorno navideño, ¿Como no sentarnos cerca del fuego para escuchar un cuento?
Así pues, os invito a escuchar este Cuento Sufí, sabio y enriquecedor, con un mensaje valioso para nosotros sobre la impermanencia de todo.

Había una vez, un rey de un país no muy lejano reunió a los sabios de su corte y les dijo: – «He mandado hacer un precioso anillo con un diamante, con uno de los mejores orfebres de la zona. Quiero guardar, oculto dentro del anillo, algunas palabras que puedan ayudarme en los momentos difíciles. Un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de desesperación total. Me gustaría que ese mensaje ayude en el futuro a mis herederos y a los hijos de mis herederos. Tiene que ser pequeño, de tal forma que quepa debajo del diamante de mi anillo».
Todos aquellos que escucharon los deseos del rey, eran grandes sabios, eruditos que podían haber escrito grandes tratados… pero ¿Pensar un mensaje que contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo de un diamante de un anillo? Muy difícil. Igualmente pensaron, y buscaron en sus libros de filosofía por muchas horas, sin encontrar nada en que ajustara a los
deseos del poderoso rey.

El rey tenía muy próximo a él, un sirviente muy querido. Este hombre, que había sido también sirviente de su padre, y había cuidado de él cuando su madre había muerto, era tratado como la familia y gozaba del respeto de todos. El rey, por esos motivos, también lo consultó. Y éste le dijo:
– “No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje”
– «¿Como lo sabes preguntó el rey”?
– “Durante mi larga vida en Palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una oportunidad me encontré con un maestro. Era un invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando nos dejó, yo lo acompañe hasta la puerta para despedirlo y como gesto de agradecimiento me dio este mensaje”.
En ese momento el anciano escribió en un diminuto papel el mencionado mensaje. Lo dobló y se lo entregó al rey.
– “Pero no lo leas», dijo. «Mantenlo guardado en el anillo. Ábrelo sólo cuando no encuentres salida en una situación”.
Ese momento no tardó en llegar, el país fue invadido y su reino se vio amenazado. Estaba huyendo a caballo para salvar su vida, mientras sus enemigos lo perseguían. Estaba solo, y los perseguidores eran numerosos. En un momento, llegó a un lugar donde el camino se acababa, y frente a él había un precipicio y un profundo valle.
Caer por él, sería fatal. No podía volver atrás, porque el enemigo le cerraba el camino. Podía escuchar el trote de los caballos, las voces, la proximidad del enemigo.
Fue entonces cuando recordó lo del anillo. Sacó el papel, lo abrió y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso para el momento…
Simplemente decía “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”. En ese momento fue consciente que se cernía sobre él, un gran silencio.
Los enemigos que lo perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino. Pero lo cierto es que le rodeó un inmenso silencio.
El rey se sintió profundamente agradecido al sirviente y al maestro desconocido. Esas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a guardarlo en el anillo, reunió nuevamente su ejército y reconquistó su reinado.
El día de la victoria, en la ciudad hubo una gran celebración con música y baile…y el rey se sintió muy feliz y orgulloso de sí mismo.

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