31 Oct SER UN MANAGER AGILE EN LA NIEBLA DE LA INCERTIDUMBRE
La empresa actual, al igual que el resto de la sociedad, se desarrolla en un contexto de alta incertidumbre y riesgo, alcanzando niveles nunca antes conocidos de complejidad y dinamismo. En esta realidad constantemente cambiante, líquida, informe, los modelos tradicionales de liderazgo no son suficientes para responder a las necesidades de la empresa actual.
Muchas veces se asocia incertidumbre y riesgo, pero estos dos conceptos son muy distintos: el riesgo remite a situaciones más o menos conocidas y predecibles que se pueden anticipar con cierto índice de probabilidad, mientras que la incertidumbre evoca una amenaza intrínsecamente desconocida en cuanto a su naturaleza, su amplitud y su surgimiento.
La incertidumbre es, de todos los tormentos, probablemente el más difícil de soportar. Es una dimensión que marca a la vez las trayectorias personales y profesionales. Además esta interpenetración de los dos ámbitos fragiliza fuertemente a las personas. En el plan profesional en particular, la incertidumbre sobre la carrera puede afectar por igual a la integración y a la realización profesionales, como al sentimiento de seguridad afectiva y a la sociabilidad de la esfera privada.
Dicho esto, tampoco hay que valorar demasiado las épocas de relativa seguridad donde el sometimiento a jefes cuya misión tradicional era ordenar el caos con fuertes prescripciones. Esta situación era también generadora de mucho estrés (un médico publico recientemente que un jefe malo causaba más estragos que el colesterol).
Todo es cuestión de medida y de equilibrio: entre un mundo totalmente determinado y un mundo donde la incertidumbre es casi permanente, hay afortunadamente muchas posibilidades y siempre es factible reducir, al menos parcialmente, la incertidumbre. Toda medida que se proponga informar mejor, desarrollar la concertación, reorganizar el trabajo al inicio de los proyectos y anticipar los cambios organizacionales, puede participar de esta reducción, sobre todo si se asocia con la gestión del estrés.
Para un líder Agile, la incertidumbre es una oportunidad de asentar su legitimidad y de convertirse en un creador de sentido y de energía. ¿De qué manera? Dando significado al cambio, haciendo aplicar las decisiones difíciles sin autoritarismo, sabiendo comunicar una transformación con tacto, con palabras justas y una actitud que desdramatice y movilice.
Conviene recalcar además que la actitud mental del manager es clave en la performance individual y colectiva. Las transformaciones, las reorganizaciones, los cambios de hábitos, las dificultades de la empresa con la jerarquía, con la falta de recursos… todos son factores que influyen en el estado mental de los managers.
En este contexto, una formación específica debería, entre muchas otras cosas, enseña al Manager Agile a:
- Pensar de forma diferente la organización y su modo de managment para gestionar de la mejor manera posible toda clase de riesgos e imprevistos y sus consecuencias eventuales
- Gestionar los factores de riesgo con métodos adaptados a los contextos
- Acelerar la integración de los cambios culturales
- Saber cómo “pilotar” la empresa en la incertidumbre para hacerla “resistente” (como se dice para los virus)
- Transmitir energía a sus equipos
- Gestionar sus emociones
- Reforzar el impacto de su empatía y de su comunicación con sus colaboradores para desarrollar la motivación y la cohesión del equipo.
- Saber adaptar su discurso a sus colaboradores
- Dar sentido a sus mensajes….
Y como si todas estas habilidades no fueran ya suficientemente ambiciosas, el contexto global de incertidumbre requiere igualmente que las empresas estén a la punta de la innovación con mucha re-actividad frente a la competencia.
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